Del 6 al 10 de diciembre la Galería Chiquita Room estuvo en la feria Untitled Art Miami 2023 con el proyecto Playing Fields, Playing Horizons de Març Rabal y Blanca Viñas. Ambas artistas, cada una a través de su singular práctica analógica, crean reglas y estrategias en torno a la búsqueda de un espacio propio donde ejercer la libertad en su práctica artística. Trabajando con referencias como el frontón y el horizonte -espacios de movimiento, visión y dirección- Març Rabal y Blanca Viñas convierten las reglas inherentes a estos lugares en su propio campo de juego, para crear espacios en los que jugar.
La forma de trabajar de ambas artistas se caracteriza por una cierta indisciplina, sin intención de aspirar a la perfección en la medida en que se antepone a la experimentación y el juego. El resultado de sus obras es testimonio de gestos que exploran la desobediencia, de una búsqueda de lo genuino a partir de la investigación de las potencialidades de los diferentes medios. Març Rabal desde el collage y la pintura, y Blanca Viñas desde la fotografía analógica, las dos juegan en el sentido deportivo de la creación: entendiendo el arte como entrenamiento, ejercicio y exhibición.
Març Rabal y Blanca Viñas trabajan de manera alternada: desde los márgenes como esos marcos donde se lleva a cabo el juego, y afectando y dejándose afectar desde los centros, como esos espacios de mayor circulación y visibilidad. Con una clara perspectiva de género, las dos artistas crean espacios propios para ganar independencia y autonomía. Como mujeres artistas, ambas se preguntan las condiciones a las que tienen que hacer frente para poder llevar a cabo su práctica artística, cuáles son las reglas del juego preestablecidas, para cuestionarlas, subvertirlas, superarlas, lejos de grandilocuencias y estando igualmente conectadas, formando parte de diferentes circuitos.
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Con Playing Horizons, Blanca Viñas (Barcelona, 1987) cuestiona las reglas e imposiciones técnicas establecidas en el ámbito fotográfico. La artista explora la desobediencia, multiplica las posibilidades de la fotografía analógica y abre un espacio propio donde ejercerla libremente. En este caso, utiliza cuatro máscaras triangulares dentro de la cámara y las intercambia en cuatro exposiciones diferentes. Las máscaras forman una diagonal que se va desplazando por el fotograma, de arriba abajo e invertidas a modo espejo. El paso de la luz a la mitad del fotograma queda bloqueado en diagonal y así se sobreexpone cada cuarta parte de la imagen dos veces. Al disparar, la artista también utiliza filtros de colores. La composición generada toma forma de patrón que permite tratar la unidad fotográfica como módulo, para conseguir estructuras más complejas, como si se tratara de un juego de construcción modular. El proyecto plantea así unas nuevas normas de juego e invita al espectador a modificar su percepción de las leyes de la gravedad o a dejarse llevar por un universo donde las limitaciones dan paso a infinitas posibilidades.
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